Dentro del III Foro de debate. El I Simposio Nacional de Psiquiatría Legal y Ciencias Forenses
1.- Sociedad del bienestar
Nunca como en nuestros días y en nuestra mal llamada “sociedad del bienestar”, han tenido las personas tanta oferta de sustancias de abuso, y nunca como hoy los criterios para desenvolverse en esta situación fueron tan erráticos y tan poco concretos. Y es el hecho que los adultos no estamos dando el ejemplo que los jóvenes necesitan, los jóvenes carecen de marcos de referencia, y todos en conjunto hemos abandonado antiguos pero sólidos criterios morales para vivir, y encima la velocidad hace que no tengamos tiempo ni ganas para hablar y acompañarnos unos a otros en el siempre difícil proceso de “hacernos personas”.
Parece obligado a la hora de entrar en consideraciones sobre las «drogas de abuso» y su papel en el modelo social y ético de hoy, y la consabida polémica sobre Penalización-Despenalización o si Udes quieren Legalización-Ilegalización, plantearnos la sociedad en la que vivimos, y hacerlo sin mucho optimismo.
En España y con ánimo pesimista podríamos airear algunos datos referenciales que serían de interés:
En el estado español hay:
- Unos cuatro millones de personas en paro
- Unas 200.000 personas procesadas a la espera de Juicio.
- Aproximadamente 75.000 personas en prisión.
- Alrededor de casi 4000 suicidios “oficiales” al año.
- Unos 500 a 600 homicidios al año.
- Aproximadamente 150.000 separaciones de parejas por año.
- *Y como colofón unos 100.000 casos de malos tratos infantiles al año.
Si ahora nos dirigimos hacia los consumos tóxicos las cifras son otras, nada optimistas tampoco, y así solo para hacernos idea de cómo están las cosas en esta “nuestra estupenda sociedad” podemos avanzar algunas cifras ilustrativas:
- 2.000.000 de personas que abusan sistemáticamente del alcohol.
- Casi un 20% de personas que fuman.
- Aproximadamente hay 100.000 adictos a los opiáceos.
- Aproximadamente 500.000 consumidores habituales regulares o esporádicos de cocaína.
- Más de 1.000.000 de fumadores, al menos esporádicos, de Cannabis.
- *Y un porcentaje de alrededor del 2% que consume episódicamente las nuevas drogas estimulantes o éxtasis.
Pero el asunto no queda ahí, y por si fuera poco:
Alrededor de entre 4 y 5 millones de personas toman regularmente psicofármacos prescritos por los servicios médicos, siendo hoy los fármacos más vendidos sin duda alguna los antidepresivos, por poner un ejemplo ilustrativo hasta el punto que el propio Ministerio de Sanidad estima que se venden aproximadamente 700 millones de comprimidos de psicofármacos por año)
Y para finalizar esta ristra inacabada de datos solo para “hacer boca”, no sabemos a ciencia cierta ¿Qué número indeterminado de utilizadores abusivos de fármacos existe?
Pues sí, ésta es la sociedad del bienestar en la que cada día salimos a la calle, en la que caminamos, trabajamos, soñamos y morimos, y en la que nuestros jóvenes tienen que aprender a hacerse adultos, a desenvolverse y todo por un futuro impredecible que nadie se atreve a dibujar, y en el que las familias deben desenvolverse paso a paso.
Y en este “caldo de cultivo” ¿cabe la ilusión de la legalización de las drogas? ¿Cuándo, como, cuáles y sobretodo para qué?
2.- Introducción
El hombre siempre buscó sustancias químicas que le ayudaran a sobrevivir, que le curaran las enfermedades, que le colocaran en una disposición religiosa para entender al universo y más tardíamente que le produjeran placer. Y desde siempre hay constancia del uso de estos productos naturales: alcohol, Cannabis, Papaver, Hongos, ….etc.
Lamentablemente la “democratización” en el uso de éstas sustancias, la disponibilidad de las mismas de forma global, y el aumento en la capacidad adquisitiva de los ciudadanos de las distintas culturas, generaron la gran pandemia “heroínica”, triste legado de la contracultura del Underground y el lema de “haz el amor y no la guerra” que la progresía de antaño alentó.
Pero aquellos tiempos de búsqueda del nirvana químico, de la paz de los opiáceos y la negación de la actividad como una “desobediencia civil” hacia la autoridad, hoy son historia.
Ya no hay epopeyas por las que luchar, no hay autoridades cercanas a las que combatir, y las injusticias del mundo en forma de hambre, tiranías, terrorismo “a la carta” y otras, están lejanas y se nos sirven metódicamente en los medios de comunicación a dosis anestésicas que han acabado con la creatividad.
Hoy solo nos quedan, al menos en occidente la velocidad, el hedonismo, la búsqueda del placer inmediato, la intolerancia a la frustración, la incapacidad para la meditación y el sacrificio y una búsqueda de la inmediatez en la eficacia que exige el mercado global de consumo.
En contra de lo que muchos ensayistas han comentado en diferentes textos y conferencias, en nuestra opinión que la drogodependencia sea un problema de siempre es radicalmente falso, salvo para el abuso del alcohol que convive con nosotros desde hace 60.000 años.
Desde el uso de un alucinógeno por el hechicero de una tribu amazónica, el mascado de la hoja de Coca por un campesino peruano o la inhalación de Cannabis por un ciudadano turco, al uso masivo de cocaína en Madrid o Nueva York, o la extensión del Cannabis entre los jóvenes de Europa, hay un salto histórico y cultural cuyo hilo nace en los primeros tiempos de la consolidación europea, la generación de la Guerra del Vietnam y el movimiento contracultural de Mayo del 68, explotándonos el problema masivamente a principios de los años 70 cuando algunos países como España se incorporan a la Organización Mundial de la Salud y aparecen los primeros centros específicos de tratamiento de la adicción a las drogas.
El problema de las drogas de abuso se expande en el mundo occidental y en Europa en particular como la pólvora en la década de 1975 a 1985 generándose ya entonces en diferentes países Comisiones Interministeriales para estudiar el problema tras la toma de conciencia de las autoridades e inundando la asistencia a los drogodependientes las llamadas Organizaciones No Gubernamentales con los llamados entonces Programas Libres de Drogas.
Son las Naciones Unidas desde su Programa de Fiscalización de Estupefacientes (PNUFID) y la Junta Internacional del mismo nombre (JIFE) las que alientan a todos los países a la creación de los denominados “Puntos Focales” que dependiendo de cada gobierno deben coordinar la lucha contra las drogas de abuso.
Pero es en los últimos tres o cuatro años, impactados por el golpe que supuso el SIDA y la mayoría de las enfermedades asociadas al consumo de drogas, que se han considerado con razón el atentado más grave que la humanidad ha sufrido contra la Salud Pública en los últimos tiempos, cuando los modelos de acercamiento a la asistencia del drogodependiente se han tenido que elaborar de forma integral, es decir, no bastaba con asistencias meramente psico-sociales sino que era preciso implicar el modelo sanitario en esta desigual lucha, llegándose en nuestros días a un consenso general en todos los Estados por el cual ante una realidad desbordante como es la de las drogas, con la que vamos a tener que convivir nos guste o no, es preciso acercamientos eficaces primándose en los momentos presentes el principio del mal menor con los llamados Programas de Reducción del Daño (Metadona, Intercambio de Jeringuillas, Dispositivos cercanos al drogodependiente), sin dejar de vista que la llave del futuro pasa por la palabra prevención, que no es otra cosa que información, formación y creación de una cultura de salud en la que se explique al ciudadano que el uso y disfrute de la libertad pasa previamente por la posesión de salud física y psíquica.
Hoy muchos tópicos perversos han calado profundamente en el tejido social y la historia nos puede ayudar a resolverlos: ”Que las drogas son un problema de siempre” falso, “Que en los drogodependientes no son enfermos sino delincuentes” falso, “Que las drogas son duras o blandas” falso, “Que el ejercicio de la libertad individual puede superar por si mismo una adicción a las drogas” falso, “Que la despenalización es la única vía” falso, “Que el Cannabis es terapéutico? falso, o “Que las drogas son problemas meramente regionales” falso también.
Y por si fuera poco la propia ONU hace apenas un mes acaba de poner encima de la mesa la posibilidad de “Despenalizar el consumo de drogas de forma global?, ..¿Hay algo detrás de ésta sugerencia?
Es por estas claves y otras que cada cual tiene en su fuero interno que vamos a desgranar un boceto histórico breve de las diferentes drogodependencias tal y como el pasado nos lo ofrece, por si sirve de lección para evitar un futuro incierto a este respecto.
3.- El Opio y los opiáceos
Los primeros rastros escritos de la existencia del Opio como planta y su uso se remonta a las épocas Sumerias 3000 años a de JC, aunque no es sino en el Papiro de Ebers del siglo XVI antes de JC donde encontramos por primera vez al opio nominado en una lista de productos de efecto medicamentoso, con la siguiente indicación: ”Para niños que gritan demasiado fuerte”.
La cultura griega conoce perfectamente la planta y así Hesíodo en el siglo VIII ya la menciona en sus obras, en las que se habla de Morfeo (que en el siglo XIX daría nombre a la Morfina), y hasta en la mismísima Odisea aparece el “Nephentes” como la “droga del olvido”.
Pero los principios de su uso sistemático están vinculados lógicamente a Hipócrates, a Herodoto y a Teofrasto en el siglo III antes de JC, tiempo en el que empieza ya la polémica (que no nos abandonaría nunca) sobre la doble cara medicinal y de sustancia peligrosa.
Los romanos, herederos de la cultura griega conocen, indican y utilizan el Opio con naturalidad, y así Galeno en el siglo I antes de JC lo introduce en su “triaca magna” y muchos grandes hombres coetáneos lo usaban con fines terapéuticos como el emperador Marco Aurelio que lo usaba para apaciguar sus cefaleas.
Tras un periodo de silencio relativo sobre su uso, en la edad media los árabes (que nunca dejaron de utilizarlo) difunden el uso del Opio por todos sus territorios ocupados, sabiéndose que el mismo Avicena muere intoxicado por el mismo en el año 1037.
Con las cruzadas a partir del siglo XIII el Opio se difunde nuevamente por Europa al ser traído de Tierra Santa, y se incorpora a todas las farmacopeas de la época, las cuales se nutrían aun del texto Materia Médica de Dioscórides, y así llegamos hasta el XVII en que Sydenham prepara su célebre Láudano que ha perdurado hasta nuestros días.
Pero como en todos los relatos, el del opio tiene su propia historia negra que además hará nacer la gran hipocresía social en relación con las drogas de abuso, nos estamos refiriendo a las Guerras del Opio en China.
En China el opio era conocido desde el siglo VIII aunque se empezó a utilizar como medicina a raíz de su introducción por los árabes en Asia hacia los siglos IX Y X. Pero no fue sino hacia el siglo XVI que junto a la introducción del uso del tabaco por los marineros holandeses y portugueses lo que abrió las puertas poco a poco a su consumo como medio de divertimento y placer, lo que nos sitúa en el siglo XVIII con un intenso comercio de opio sobretodo con la India. ¡El negocio estaba servido¡ y así el Imperio británico comienza a monopolizar la compraventa de opio en Asia pasando de vender 300 Toneladas en 1821 a más de 3000 Toneladas en 1848.
Los resultados no se hicieron esperar: China se rebela contra el monopolio, se suceden las guerras contra el Imperio y las conclusiones se hacen evidentes: cesión de todos los derechos de compraventa del opio a la East India Company inglesa, importantísimas indemnizaciones, aperturas obligadas de múltiples puertos al comercio internacional y tolerancia del cristianismo en toda China.
Las cifras aunque históricas hoy son muy significativas: de alrededor de dos millones de chinos adictos al opio en 1850 se pasó a 120 millones en 1878, pero la venganza vendría por si sola con el paso del tiempo.
En Europa el Opio en pleno siglo XIX se difunde lenta pero inexorablemente arropado por una tolerancia importante y animada por intelectuales y ensayistas: Quincey, Musset, Coleridge, Dickens, Scott, Poe, Baudelaire, Gautier, Balzac, y así una larga lista de ilustres lo avalan. En el XX el ánimo sigue: Apollinaire, Modigliani, Toulouse-Lautrec, Picasso y así hasta la defensa a ultranza que en 1929 hace Cocteau en su obra “Opio”.
Pero las cosas no iban a quedar así, y la purificación de los alcaloides del opio, que ya habían comenzado los médicos de Napoleón Derosne y Seguin, más el invento de la aguja hipodérmica por Pravaz, hacen que la morfina se extienda como la pólvora como analgésico en todas las Guerras (Crimen, Sucesión Americana,..etc.), y también por los estratos sociales más altos de Europa, donde los equipos de inyección para la morfina se convierten en sofisticados modelos de última moda y los libros sobre las maravillas de la inyección se multiplican.
La alarma empieza a sonar en el mundo médico a finales del siglo XIX cuando muchos profesionales observan distintos casos de muerte, intoxicación grave y dependencias de imposible tratamiento, y así para resolver un mal nació otro peor: la heroína, de cuyos resultados tenemos aun hoy tristes recuerdos y una amarga realidad.
La heroína la obtuvo Wright en 1874 diacetilando la morfina y pasa al mercado farmacéutico como analgésico de la mano de la industria alemana en 1898 sobretodo para el dolor en las enfermedades pulmonares y como sustituto para las adicciones a la morfina, saliendo del listado de medicamentos tan tarde como en 1970 en Francia por ejemplo y pasando a ser una sustancia prohibida a partir de los años 70 tras la pandemia de adicción por todo el mundo tal y como lo recoge el Convenio de Viena sobre Estupefacientes de 1968.
Con el Mayo Francés del 68, la Guerra de Vietnam, la cultura Underground, y el movimiento Hippie bajo el lema: ”Haz el amor y no la guerra”, la heroína se expande por todo el mundo desde finales de los 60 hasta nuestros días, donde aún hoy en la Unión Europea hay aproximadamente entre 300.000 y 400.000 personas en tratamientos de reducción del daño con metadona, o en la Europa del esta donde aunque no hay cifras oficiales se sabe que aun existen cientos de miles de casos de adicción a la heroína por iba parenteral o nasal, eso sin entrar en las cifras aun mayores de lo que ocurre por ejemplo en el Sureste de Asia o en países tan avanzados como los Estados Unidos de Norteamérica.
La heroína, cuyo nombre se debe irónicamente al hecho de lo bien que iba y lo enérgica que era para el dolor en determinadas enfermedades graves como la Tuberculosis, ha generado más muertes por vía directa o indirecta en los últimos 40 años que cualquier otra sustancia química conocida con excepción probablemente del alcohol y el propio tabaco.
Hoy tenemos en todas las farmacias del mundo magníficos principios activos para distintas patologías o síntomas: Codeína, Morfina, Papaverina,…que todos salen del Opio, maravillosa planta de la que España posee los mayores cultivos legales de Europa y distribuye a todos los mercados,…¿Tiene sentido legalizar el Opio pues?
4.- Coca y Cocaína
Millones de años de evolución necesitaron las subespecies de la Eritroxilon Coca para desarrollar una defensa eficaz contra parásitos y otros elementos dañinos, y esta defensa era la cocaína.
Pequeña molécula de la familia de los tropanos como la truxilina y la cinamilcocaina, la cocaína se presenta como una sustancia muy hidrosoluble y persistente en la atmósfera, que hoy por hoy es el estimulante más potente que se conoce del sistema nervioso central de los mamíferos gracias a su capacidad de inhibición de la recaptación presináptica de las catecolaminas como la noradrenalina y la dopamina fundamentalmente y su efecto sobre diversos poros iónicos de la membrana neuronal.
Hace cientos, o quizás miles de años que el homo sapiens se dio cuenta que el mascado de la hoja de la Coca le permitía trabajar más y mejor, y a altitudes de más de 4000 metros en las que la presión parcial del oxígeno disminuye mucho y es preciso que el corazón lata con más frecuencia y más potencia. Pero de aquellos tiempos a la actual epidemia en el consumo de este alcaloide hay un salto en el vacío que es preciso explicar.
No más reciente ni menos dañina en su conjunto la hoja de la Coca (Eritroxilon Coca, de Linneo), remonta sus comienzos en el conocimiento histórico allá por el año 2000 antes de JC, encontrándose vasijas e instrumentos para su masticación en las costas chilena y peruana.
La palabra Coca procede de Khoca que significa literalmente “árbol” o “planta”, y cuando emerge en todo su esplendor es en los tiempos precolombinos, situándose como el centro del sistema religioso y social de los Incas, para los que la planta era un regalo divino sin duda.
Es en la cultura inca en la que la masticación de la hoja de Coca está principalmente reservada para la aristocracia y el cuerpo sacerdotal, salvo en ocasiones específicas rituales o en algunos procesos iniciáticos, y el propio Américo Vespucio en 1499 se percata del comportamiento de algunos indios de la costa de Venezuela, aparentemente exaltados y sin cansancio a pesar del trabajo.
Todos los conquistadores españoles sin excepción conocen la planta tarde o temprano y su forma de consumo, y así Francisco Pizarro en el interior de Perú hacia el 1532 escribe sobre la misma y sus claros efectos en las personas, entre los que se describen los síntomas de la intoxicación en los llamados “coqueros”:” caminar vacilante e incierto, con una carne flácida, amarillenta, de ojos hundidos y sin brillo,…etc.”.
La cocaína como alcaloide principal de la planta, no fue extraída hasta la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo por el desdén que la comunidad científica mantuvo hacia la misma, si bien ya a finales de siglo y después del uso de distintos extractos de Coca, el interés comienza a subir por sus efectos vigorizantes y estimulantes.
Es en 1884 cuando el conocimiento de la cocaína en Europa se dispara a raíz del trabajo de Sigmund Freud “Uber Coca” en el que define los efectos afrodisíacos, estimulantes y antidepresivos de la sustancia, en base a su experimentación personal, ya que el propio Freud padecía accesos depresivos y estaba siendo tratado crónicamente de un tumor en el maxilar superior del que le tuvieron que operar más de treinta veces a lo largo de su vida.
Freud abunda en los efectos como anestésico local, como tratamiento de la hipocondría, los trastornos digestivos y la neurastenia (diagnóstico de la época), y en su utilidad en la cura de la dependencia alcohólica y morfínica (dependencia ésta última que el mismo poseía debido a su enfermedad).
Tras cinco artículos de auténtico proselitismo sobre la cocaína, Freud abandona su defensa y finalmente se niega a que éstos figuren en sus obras completas tras comprobar los efectos indeseables finales del alcaloide incluido la muerte de su amigo el Dr. Marxow, sentimiento que no le abandonó nunca.
Sin embargo la investigación sobre la cocaína se disparó, y así se suceden posteriormente desde finales del XIX y principios del XX distintos trabajos sobre los efectos terapéuticos del alcaloide, entre los que destacan el comienzo de la anestesia local con Koller y los estudios de Corning, que utiliza por primera vez la cocaína en la anestesia espinal con un éxito sin precedentes hasta la época.
La cocaína finalmente se instala en Europa de forma rotunda, y se hacen famosas bebidas como el vino de Mariani (con extracto de hojas de Coca), muy usado por reyes, emperadores, médicos y hasta el mismo Papa León XIII no abandonaba jamás su cantimplora con el elixir.
Después todo se convierte en una carrera frenética en la que aparecen pastillas, té de Coca, elixires y bebidas varias, cocciones, ungüentos y toda una gran variedad de formas galénicas que inundaron no solo Europa, sino la puritana sociedad americana, en la que la bebida de Coca se vendía con el lema: “Para vencer la timidez social”, así hasta la puesta en el mercado de la famosa Coca-Cola, “bebida medicinal intelectual y para el temperamento”, que tras diferentes incidentes se transforma en una bebida de masas pero se basaría posteriormente en extractos carbónicos de hojas de Coca descocainizadas, que es lo que pervive en la actualidad.
Pero junto con la leyenda y los mitos empiezan a verse personas famosas “enganchadas” a la cocaína, que se empieza a cebar en las clases sociales de alto nivel adquisitivo y en la propia profesión médica. Hoy ya no es un secreto que uno de los fundadores de la John Hopkins University el famoso cirujano William Halsted llegó a ser uno de los ilustres adictos de la época.
El consumo de cocaína se extendió pues por todo el mundo occidental, y apenas se interrumpió por las Guerras Mundiales, en las que se vio levemente sustituido por los nuevos estimulantes de síntesis: las anfetaminas, de las que luego hablaremos. Entre los años 70(cuando comienza la plaga de los opiáceos) y los comienzos del siglo XXI, los opiáceos han ido progresivamente descendiendo en su consumo en occidente (tras el SIDA), para ser poco a poco sustituidos por la cocaína, no sin antes darse fórmulas alternativas y mixtas de consumo: Speed Ball (mezcla de heroína y cocaína).
Hoy la cocaína campa por sus fueros y son muchas las toneladas que se requisan al año procedentes de Sudamérica, siendo los EEUU los mayores consumidores (casi las tres cuartas partes de toda la producción del continente suramericano), quedando el cuarto restante para Europa y el resto del mundo.
No hay que buscar demasiadas razones para explicar este uso enorme de la cocaína, la sociedad en la que vivimos justifica el mismo, y así podemos ver trazas de cocaína en el Támesis, en el Ebro, en el 90% de los billetes de 20 euros que circulan en Europa o en los WC de casi todos los Parlamentos Europeos. Hoy se consume la cocaína en el mundo de la canción, en los medios de comunicación, en la clase política dirigente, entre profesionales y en los más disparatados lugares que pueda uno imaginarse, y ¿porqué?,…porque gusta, porque nos da sensaciones de plenitud, porque nos hace ser más simpáticos, más eficaces, más guapos, más divertidos,…en fin porque nos convierte en “pequeños dioses”.
Hoy se inhala una raya de cocaína en una discoteca (que es el equivalente a un cuarto de kilogramo de hoja de Coca), y se baila a tope, no se busca subir a 4000 metros a plantar o a conducir ganado, hemos saltado el abismo, y ahora que estamos al otro lado, ¿quién nos tenderá el puente de vuelta?.
Hoy tenemos en todas las farmacias del mundo múltiples derivados de la molécula cocaína que sirven de estupendos anestésicos a todos los niveles, pero nadie ha conseguido razonar si la molécula madre es útil para algo terapéutico por sí misma,…¿Tiene sentido su legalización?
5.- Anfetaminas y drogas de síntesis
Las anfetaminas como substancias químicas de síntesis pura de laboratorio, nacieron de la investigación siguiendo el modelo del alcaloide “efedrina”, principio activo de una planta milenaria la Ephedra, usada ya 3000 años antes de JC por los chinos para aliviar el asma y como antiespasmódica.
Son los japoneses Yamanoshi y Negai quienes en 1887 aíslan la efedrina como molécula, y desde esta fecha la búsqueda de estimulantes psíquicos no ha parado inclusive hasta nuestros días.
Es a principios del siglo XX cuando en Alemania se empiezan a sintetizar distintas moléculas cuyo núcleo básico sería la fenil-isopropil- amina, y que se empiezan a utilizar a gran escala en la Primera Guerra Mundial para disminuir la sensación de cansancio y de hambre de los soldados en el frente, y para estimularles en las hostiles condiciones del combate. De hecho fueron los propios Laboratorios Merck de Alemania quienes se percataron inmediatamente de la capacidad anorexìgena de estas sustancias.
En 1931 se sintetiza la bencedrina y en 1938 la meta-anfetamina, siendo ambas muy utilizadas en las guerras posteriores a la I G. M. Así se utilizaron regular y oficialmente en la guerra Civil Española sobre todo en la Marina (en los barcos de abastecimiento), y ya de forma extensiva en la II Guerra Mundial por todos los bandos.
Así por ejemplo los pilotos de combate de todos los ejércitos tomaron ampliamente anfetaminas para mantener elevados niveles de alerta y vigilancia a bordo de sus aparatos y estimular la combatividad, siendo el caso ya histórico de la gran cantidad de anfetaminas que acabada la Guerra de EEUU con Japón quedaron en el archipiélago Nipón y que generarían cientos de miles de adictos a estos estimulantes, hasta tal punto que aun hoy la droga más extendida en Japón es sin duda la meta-anfetamina.
En cualquier caso las anfetaminas fueron y siguen siendo aun patrimonios de las farmacopeas de todo el mundo, estando como dotación estimulante oficial en todos los botiquines militares del mundo.
Ni que decir tiene que el uso medicamentoso de las anfetaminas se fijó en las obesidades como anorexìgena, en el déficit de atención infantil con hiperactividad, en algunos cuadros depresivos, o como componente de los anti cinetósicos y los descongestionantes nasales.
Hoy la propia OMS se plantea la retirada paulatina de las anfetaminas de los formularios de todo el mundo, siendo sustituidas por otros estimulantes más controlables y con menos efectos secundarios como el Metilfenidato, con objeto de retirar de los mercados mundiales muchas toneladas de estas sustancias que nutren el mercado negro y que incluso se utilizan como precursores para las actuales drogas de síntesis.
Entre todas los «drogas de síntesis» que hoy invaden el mundo occidental, se destacan marcadamente las de tipo anfetamínico.
Del aproximadamente medio centenar de sustancias sintetizadas con tal fin las de uso más común, con gran diferencia del resto, son 3,4-metilendioxianfetamina ( MDA ) o «droga del amor» y 3,4-metilendioximetanfetamina ( MDMA ) conocida como «Extasis», «Adam», «XTC» y otros; compuestos más recientes y que han adquirido cierta reputación y por tanto consumo son 3,4-metilendioxietanfetamina ( MDEA ) o «Eva», 4-metil-2,5-dimetoxianfetamina ( DOM ) o «STP», etc.
La MDA por ejemplo fue sintetizada allá por 1910, estudiada farmacológicamente con fines comerciales como inhibidor del apetito en las décadas de los años 50-60, y su empleo como droga de abuso se inicia, aproximadamente, en 1967.
La MDMA fue sintetiza en 1914 en Alemania como anorexìgena, no llegando a comercializarse, y fue empleada a comienzos de la década de los años 70 por un grupo de psiquiatras en EE.UU. como coadyuvante de la psicoterapia al favorecer la comunicación; se documenta su utilización como droga de uso recreacional desde 1983. En la actualidad la F.D.A. (el organismo responsable en U.S.A. de los estudios farmacológicos y el que autoriza su comercialización, entre otras actividades) tiene clasificadas a la MDMA y MDA dentro de la Lista I de sustancias, es decir no aceptadas para su uso médico y con alta potencialidad de abuso. En la actualidad, y tras su reclasificación en enero de 1988, se halla pendiente de clasificación
El salto al uso más amplio de estas llamadas “drogas de síntesis” se genero tras el advenimiento de la literatura «Underground», la búsqueda de nuevas sensaciones hiperrealistas y una rotura con los moldes puritanos anglosajones, buscándose nuevas rutas de hedonismo sin esfuerzo. En este caminar, qué duda cabe, tuvo gran influencia el químico A.Shulgin quien en 1976 auto experimentó con el MDMA publicando hallazgos a su juicio muy esperanzadores.
Hoy existe una asignatura pendiente con estas sustancias de síntesis que se utilizan cada vez más, sobretodo en determinados ambientes lúdico-musicales y por personas muy jóvenes, incluso demasiado jóvenes.
Si ya tenemos autorizadas las moléculas anfetamínicas en todo el mundo y la OMS las avala, ¿Qué sentido tiene jugar con sus derivados buscando únicamente el lado lúdico-festivo y no el terapéutico? ¿Tiene razón pues una demanda de legalización de esta ingente cantidad de derivados?-
6.- El Cannabis y sus derivados
Los primeros rastros escritos sobre la Cannabis Sativa figuran en los Vedas de la India, textos de la religión probablemente más antigua del mundo conocido.
Así por ejemplo la llamada Soma es evocada en el Rig-Veda, exponiéndose cómo su uso permitía acceder directamente a los dioses. Narraciones semejantes se encuentran en el Atar-Veda y en el Bhango, del último de los cuales proviene la palabra Bhang que es como se conoce en la India el Cannabis.
Los cultivos más antiguos de la planta datan del año 3500 antes de JC en el Himalaya, de donde progresó hasta Persia y las orillas del Nilo en el segundo milenio antes de Cristo, extendiéndose definitivamente por la cuenca mediterránea.
No obstante existen datos oscuros pero datos al fin y al cabo sobre el uso del Cáñamo hace 5000 años en China como elemento para elaborar fibras textiles, por su flexibilidad, resistencia y economía, y así mismo el emperador Shen-Nung en el 2737 antes de JC describía en una farmacopea las propiedades de las cocciones del Cannabis.
Ya con mucha posterioridad Herodoto cita que distintas tribus hacia el siglo VI antes de nuestra era trajeron el Cannabis desde Liberia a Europa con fines religiosos y taumatúrgicos, y tanto los griegos como posteriormente los romanos conocieron muy bien los efectos de la planta que venían perfectamente descritos desde Egipto, por lo que Dioscórides en el siglo I después de Cristo la utilizaba para los dolores de oido, y Galeno en el II después de Cristo ya avisaba de ciertos peligros sobre su abuso.
Pero si hay un pueblo al que se le ha relacionado intensamente con el uso y abuso del Cannabis en la antigüedad es el de los ismaelitas, pueblo shihita que se hizo depositario de los tratados alquímicos griegos sobre los efectos del Cannabis y utilizaron la planta con fines no solo religiosos, sino guerreros. Así es, de todos conocida, la denominada secta de los Haschichins cuyo líder Hassan Ibn Al Sabbah hacía beber una cocción de Cannabis a sus soldados como premio cada vez que iniciaban una batalla o tenían que cometer un “asesinato” (casi siempre por encargo y previo pago).
La expansión musulmana es sin duda la que extiende el uso del Cannabis por Europa, si bien era el Opio mejor conocido que el propio Cannabis hasta la vuelta de Napoleón de Egipto. Fueron precisamente sus tropas de vuelta de la campaña africana a finales del XVIII y comienzos del XIX las que introdujeron con gran éxito el consumo de la planta en Paris y desde ahí hacia el resto de la Europa occidental, ello a pesar de las estrictas prohibiciones que los médicos militares de la época hicieron sobre este consumo por parte de los soldados en campaña a instancias del propio Emperador.
De la propia Francia es el selecto “Club de los Haschichins” , creado con el nombre de la secta de antaño e iniciado por el literato Teófilo Gautier a quien a su vez había convencido del consumo del Cannabis el mismísimo Moreau de Tours.
En este selecto Club estuvieron muchas de los grandes artistas y las mejores plumas y de Francia: Delacroix, Nerval, Baudelaire, Flaubert, Dumas y otros, incluso algunos adeptos y adictos entonces al láudano de distintos países como Coleridge, Quincey y el propio Poe pasaron también a serlo del Cannabis.
En América fueron los españoles los que introdujeron el cáñamo hacia 1547, siendo ya algo no solo normal sino muy abundante en plena Guerra de Secesión en la que el mismo Washington sembraba la planta, siendo la segunda cosecha en importancia en Norteamérica después del algodón.
A pesar de todo se entiende que el consumo masivo de Cannabis se inicia en serio a raíz de las grandes emigraciones de mejicanos hacia EEUU, siendo un tema de tanta importancia que en 1930 se crea por parte del Departamento del tesoro Americano la Oficina Federal de Narcóticos solo destinada al control del cultivo, venta y consumo de la planta.
En Europa acabadas las Guerras Mundiales es a partir de los años 50 en pleno siglo XX cuando se nota un importante avance del consumo del Cannabis, que hacia los 70 con el movimiento contracultural hippie se hace general entre determinados estamentos juveniles, avance en el uso y abuso que ha llegado hasta nuestros días a pesar de las diferentes prohibiciones oficiales de todos los niveles y las continuas controversias científicas, sociales y políticas que aun hoy continúan y que dieron un giro técnico con el aislamiento del Delta 9 Tetrahidrocannabinol por Mechoulam en 1965.
La cuestión de la legalización con el Cannabis está de plena actualidad ya que algunos estados de EEUU, algún país Ibero americano y en Europa su uso consentido en condiciones restrictivas (Holanda), están empujando hacia una tolerancia mayor en este caso.
También se empuja en esta idea desde ámbitos científicos en los que se habla de uso en náuseas bajo el efecto de quimioterapia, lucha contra la esclerosis múltiple, anti asmático, anti hipertensivo ocular,…relajante,…y así un largo etcétera.
Por supuesto que a éstas alturas todos sabemos que poseemos endocannabinoides endógenos y sus funciones, y que el THC posee efectivamente algunas cualidades terapéuticas, pero también sabemos que su metabolización y eliminación del organismo dura meses, ¿Qué médico recomendaría un fármaco que tarda meses en eliminarse? …pero también ¿Qué medico negaría el uso del THC a una mujer operada de cáncer de mama y que tiene nauseas incoercibles por efecto de la quimio y ningún medicamento se las corta?..¡Respondan cada uno de Udes¡.
6.- Alcohol
¿Qué decir ahora del alcohol? El hábito de tomar alcohol, se remonta a los primeros tiempos del hombre y hasta nuestros días su ingestión se ha relacionado con motivaciones religiosas-místicas, sociales, políticas, morbosas, etc…
Producto de la fermentación del mosto de la uva, gracias al hongo Sacaromices Cerevisiae, el alcohol resulta una sustancia química reductora, astringente y coaguladora de proteínas fácilmente combustibles y con un elevado poder antiséptico utilizado tópicamente.
Terminológicamente la palabra alcohol proviene del árabe alkuhl que significa literalmente el colirio, y que en dicho idioma de origen se utilizaba para denominar un polvo finísimo utilizado por las mujeres para pintarse el ojo, compuesto de galena o antimonio y negro de humo perfumado.
El uso de las bebidas alcohólicas por vía oral con el resultado de embriaguez es muy antiguo, y así leemos en Levítico 10/8-11: «Cuando hayáis de entrar en la Tienda del Encuentro no bebáis vino ni bebida que pueda embriagar, ni tú ni tus hijos, no sea que muráis».
Se suele decir que el alcohol se ingiere en razón de sus propiedades euforizantes, rubefacientes, analgésicas y ansiolíticas, y su abuso da como resultado a corto plazo intoxicaciones agudas o embriagueces y a largo plazo etilismo crónico con un sin fin de lesiones y patologías. Sus efectos sobre el sistema nervioso central son notorios, rápidos e intensos, de aquí el interés del estudio de sus implicaciones psico-biológicas.
Sólo en nuestro país se vienen a contabilizar unos 2.500.00 casos de alcoholismo como dependencia (Plan Nacional de Drogas, Ministerio de Interior, 2009), y algunos opinan que esta cifra en cuestión no es más que el pico de un iceberg.
Sea cual sea la cifra anterior en realidad, España junto a Francia e Italia, es uno de los países de Europa con mayor índice de alcoholismo, lo que influye de una manera notable no sólo en el propio deterioro social, sino en cuantiosas pérdidas económicas por jornadas laborales suprimidas, accidentes ocasionados por el alcohol, ingresos psiquiátricos y delincuencia. Se calcula que al menos un 20% de las camas de una Institución Psiquiátrica de larga estancia están ocupadas por pacientes afectados por las secuelas del alcohol.
En los momentos actuales en los que ha dejado de tener sentido la distinción entre drogas duras y blandas, las adicciones permitidas oficialmente, producen mayor problemática que las perseguidas por la justicia, versus tabaco – cáncer y adicciones cardiovasculares – y alcohol – cirrosis, demencia, etc…, es más hoy sabemos que el alcohol causa la cuarta parte de la mortalidad directa e indirecta en la Unión Europea, y este porcentaje llega al tercio en la Europa del este, y como colofón en datos del año 2008 (Instituto Nacional de Toxicología, Ministerio de Justicia), por poner un ejemplo casi el 40% de los conductores fallecidos al volante durante ese año entre 18 y 30 años dieron positivo al alcohol.
También es preciso dejar claro de una vez por todas que “no existen alcohólicos”, igual que no existen diabéticos, existen “personas que dependen del alcohol”, y cada persona es un mundo en sí misma, no habiendo lógicamente dos dependencias iguales.
Ya KRAEPELIN hace casi 100 años, desde su cátedra de Heidelberg y con métodos de investigación realmente rudimentarios describió junto a OSERETZKOWSKY los acusados déficit psíquicos e incluso físicos que se daban en los sujetos tras la ingesta etílica. Es más, comprobó como dichos efectos se alargaban en el tiempo incluso a pesar de periodos de abstinencia, cuando el sujeto era un bebedor habitual, lo que significaba claramente que la huella y secuela del abuso del alcohol era en cierta manera indeleble, es decir siempre se paga un precio de por vida, lo que debería darnos “que pensar”.
¿Hemos acabado con el mercado negro por legalizar el alcohol? ¿Cuántos puestos de trabajo e impuestos genera el alcohol en el mundo? ¿Alguien está dispuesto a ir a una fiesta y no beber nada de alcohol? ¿Son los jóvenes en sus botellones más bebedores que los adultos? No seamos ingenuos, y aprendamos a vivir con la sustancia química más peligrosa del mundo: el alcohol.
7.- Alucinógenos
Las sustancias alucinógenas son aquellas que tras su consumo producen en la persona la aparición de alucinaciones diversas y un cuadro que se etiqueta en la actualidad de psicosis tóxica.
Estas sustancias que pueden ser de origen natural o sintético, han ocupado también un importante papel en la historia de las drogodependencias, aunque sus graves e intensos efectos las han limitado a grupos o situaciones muy ocasionales.
Los alucinógenos de origen natural existen con nosotros desde los comienzos de la historia.
Así los alcaloides del Cornezuelo de Centeno (el ácido lisérgico) fueron conocidos ya por Hipócrates para facilitar los partos y Plinio describió otros efectos terapéuticos y sus posibles efectos tóxicos.
Hacia el año 1000 y junto a las terribles epidemias de peste, aparece en Europa otra enfermedad que consistía en la gangrena de las extremidades de muchos campesinos, enfermedad que se definió por su misterioso origen como “el fuego sagrado”, no siendo hasta entrado el siglo XVII que se relaciona con la ingesta de pan de centeno contaminado con el parásito de esta gramínea el Cornezuelo.
Es Hoffman en 1943 quien al sintetizar la sustancia número 25 derivada del ácido lisérgico (LSD 25: dietil-amida del ácido lisérgico) empieza a sentirse mareado, a tener visiones extrañas y en pleno delirio tiene que refugiarse en su domicilio hasta que se le pasan los efectos de la inhalación accidental del que sería el más poderoso alucinógeno jamás conocido.
En base a distintos trabajos sobre estas sustancias, incluso algunos psiquiatras intentan utilizar el alucinógeno como terapia y acercamiento a distintos cuadros psicóticos con resultados poco alentadores hacia los años 60, pero el producto estaba ya servido, y así toda una corriente de ensayistas e intelectuales van a utilizarlo en la búsqueda de distintas sensaciones (Timothy Leary, Alpert, Alan Watt, Borrough,…), asociando su uso a la ola contracultural de la época.
Otros alucinógenos conocidos son también se origen milenario. Así el hongo Peyote cuyo principio activo es la mescalina, se remonta a las civilizaciones americanas precolombinas, e incluso posteriormente su uso es muy general entre los indios norteamericanos (apaches mezcaleros, comanches, Kiowas y Cheyenes), siendo uno de los últimos intelectuales en probarlo y difundirlo el propio Aldoux Huxley quien en su obra “En las puertas de la percepción” describe los efectos del alucinógeno en sí mismo.
Hoy que sepamos no existe ninguna evidencia de uso terapéutico de los alucinógenos tras los experimentos de los años 60,…¿Qué sentido tiene su legalización?
8.- Disolventes, Combustibles, sustancias industriales o de uso doméstico,..etc:
Son substancias de composición muy variada, integradas fundamentalmente por colas, pegamentos, gasolinas, etc. , que son inhaladas por los sujetos y cuya acción tóxica es parecida a los de una embriaguez etílica con alucinaciones, ya que entre los principios activos encontrados en su composición hay varios hidrocarburos cíclicos y no cíclicos con un fuerte poder neurotóxico y gran capacidad de atravesar las membranas biológicas, en especial la barrera hematoencefálica, razón por la cual sus efectos son prácticamente inmediatos.
La utilización de este tipo de productos empezó con la masificación de los combustibles, y todos los derivados del petróleo, pero donde más impactó y aun sigue impactando su uso es en los grandes barrios periféricos de las capitales iberoamericanas, en grandes suburbios de algunos países del Este y en el África Subsahariana.
Su uso antaño restringido en nuestro país a círculos muy marginales (emigrantes de otras culturas) y entre gente muy joven (adolescentes), ha tenido recientemente un repunte por la facilidad con que se consigue y lo barato que resulta.
Ni siquiera merece un comentario, todo lo más una reflexión sobre la condición humana, el hecho de que estos productos como otros de gran consumo se utilicen como drogas,…es en la práctica imposible evitar que cualquier persona tome, inhales, consuma o utilice para fines de intoxicación recreativa este pool de sustancias entre las que hay abonos de plantas, pinturas, cosméticos, combustibles,…y así un largo y delirante etcétera.
9.- ¿Hacia dónde vamos? ¿Legalización?
Podíamos seguir describiendo otras sustancias o productos cuyo uso y abuso se ha ido poco a poco convirtiendo en un problema de salud pública que preocupa a autoridades sociales y políticas, profesionales de la salud, y a la sociedad en general, así los disolventes volátiles que por vía inhalatoria causa estragos en Sudamérica, sustancias de síntesis con diversos efectos psicodisléptico como la STP, la DMT y otras, o el uso ilícito de medicamentos que se han derivado al consumo extra médico: Ketamina (“Special K”), Nitrito de Amilo (“Poppers”), GHB (gamma hidroxi butirato o “Extasis Líquido”), y así un largo etcétera, pero con lo visto parece suficiente para hacerse una idea de la situación actual, las drogas junto al alcohol, son hoy un problema de salud publica muy importante y por ello hoy más que nunca es preciso analizar hacia atrás la evolución de las drogodependencias para entender el futuro incierto de su evolución, y en particular por algunas de las siguientes razones:
1ª) Las drogas son un problema global sin fronteras y las redes de narcotráfico y sus vías son así mismo globales, solo para hacerse idea de esta dimensión podríamos poner un ejemplo: si IRAN dejara de incautar el opio que procede de Afganistán y Paquistán durante una semana, la heroína que entraría en Europa por Turquía se multiplicaría por 20.
2ª) El dinero que mueven las drogas de abuso es superior al generado por el petróleo, y los métodos de blanqueo de capital, uso de paraísos fiscales y manipulaciones económicas no son controlables ni por los propios estados.
3ª) La criminalidad que comporta el narcotráfico es claramente internacional, utilizando la vulnerabilidad y fragilidad social y legislativa de algunos países para infiltrarse en los más consolidados.
4ª)La realidad de la producción de las drogas de abuso en unos países y su exportación ilícita hacia otros (Cocaína Sudamericana, Heroína afgana o tailandesa, Cannabis africano), donde los llamados consumidores fuerzan una demanda en aumento, hace necesario analizar el tema de las drogodependencias de una forma integral y trans histórica.
5ª) El tráfico y posterior desvió hacia los mercados de drogas de las substancias químicas necesarias para la elaboración de éstas, que son las mismas que las utilizadas en una amplísima industria lícita de otros productos (llamadas precursores), así como el desvío de medicamentos hacia su abuso, y su fabricación internacional exigen también una aproximación no solo histórica, sino casi “profética” en la evolución de la drogodependencia.
6ª) ¿En estas circunstancias tiene sentido “legalizar las drogas”? o como decía Saramago: “Quizás seria mejor legalizar el pan para todos, acabar con el hambre y luego ya hablaremos».
La realidad está servida, de nosotros depende, como siempre nuestro propio futuro, o como decía D. Santiago Ramón y Cajal: “El hombre es el único escultor de su propio cerebro”.
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